Los hombres coreanos se reúnen para deleitarse con el delicioso néctar de una prostituta ardiente y pequeña. Vestida como una seductora tentadora, corresponde con entusiasmo, devorando sus miembros palpitantes antes de un final climático lleno de semen. Amateur, pero apasionado, este encuentro es un testimonio de la intensidad cruda y sin filtros del sexo coreano.